Nota: obtuvimos el texto de la página Non Possumus (Aquí). Pero lo publicamos aquí, porque estaba mezclado con otra noticia, y distraía la atención sobre lo que se hablaba.
Padre Nitoglia: LA CUESTIÓN UCRANIANA - 1
Publicado el 5 de marzo de 2022
(Extracto)
Prólogo
Muchos expertos en geopolítica han escrito o realizado varios
vídeos/conferencias interesantes, en los que han explicado -mucho mejor que yo-
las razones por las que no toda la culpa de la actual guerra ruso/ucraniana
recaería sobre Putin.
En este artículo trato de resumir brevemente las razones que llevaron a
Rusia a impedir que la OTAN (impulsada por EE.UU.) entrara en Ucrania y luego
atacara a la propia Rusia.
En primer lugar, daré los principios de la recta filosofía y la sana
teología sobre la cuestión de la guerra justa, para permitir que el lector se
forme una opinión sobre si esta guerra es justa o no.
*
I Parte
La teoría
*
¿Es la GUERRA de Putin una
guerra JUSTA?
1°) la primera condición para que una guerra se llame justa es que sea
de un Estado contra otro Estado; 2°) también es necesario que se hayan agotado
todas las vías para llegar a una solución pacífica del conflicto y 3°) que
exista una causa justa, es decir una culpa proporcionalmente grave y
responsable a corregir; 4º) finalmente, que haya una obstinada voluntad de no
querer reparar el mal hecho por parte del Estado agresor, lo que hace
indispensable una reacción tan grave como la guerra por parte del Estado
agredido.
Agustín de Hipona sentó las
primeras bases para la solución del problema de la guerra justa. El santo
enseñó que el final de cualquier guerra es la paz. Además, esbozó la teoría de
las tres condiciones para que se produzca una guerra justa: 1ª) debe ser
declarada por la autoridad competente. 2ª) Quien es atacado debe haber
incurrido en una culpa a ser castigada. 3ª) La guerra debe hacerse no por odio,
sino para evitar un mal mayor y obtener un bien.
S. Tomás perfeccionó estas
bases agustinianas en la Suma teológica (II-II, q. 29). El Angélico explica:
“Se requiere justa causa, de modo que quienes son agredidos lo merezcan por
cierta falta grave. […]. Si una nación ha sido negligente en castigar el mal
hecho por uno de sus miembros, o en devolver lo injustamente robado por uno de
sus ciudadanos, es una falta contra la justicia que puede ser castigada por la
nación ofendida”.
Por tanto, una guerra de expansión o de conquista es una agresión
injusta, mientras que una guerra de autodefensa es justa. En resumen, lo que
hace justa la guerra es la legítima defensa (como en el individuo): vim vi
repellere lice. [Es lícito repeler la violencia con la violencia. Nota de NP]
Puede darse el caso de una guerra aparentemente ofensiva, pero
realmente defensiva, como cuando, por ejemplo, una guerra "ofensiva"
está motivada por una falta contra la ley cometida por el Estado atacante.
“En efecto, un Estado que permitiera que se cometieran impunemente
todas las injusticias posibles, iría inevitablemente hacia la decadencia y la
desintegración, y esto sería un mal mayor que todos los males que le acarrearía
una guerra”.
Sin embargo, si el Estado agresor quisiera rebasar, en la represión,
los límites de la culpa cometida e infligir un castigo desproporcionado , la
guerra que inicialmente era justa se convertiría en injusta.
Por tanto, “en la lucha hay reglas de justicia y de moralidad natural
que no se pueden soslayar. Por lo tanto, no podrás golpear a un enemigo
desarmado que se rinda; más aún si está herido”. Así que no todo es
necesariamente justo en una guerra justa.
La " justa vindicatio "
El P. Antonio Royo Marín escribió: “La vindicación tiene por objeto
castigar al malhechor por el pecado que ha cometido. A esta virtud se oponen
dos vicios: uno por exceso, la crueldad , y otro por defecto, la excesiva
indulgencia , que puede motivar al culpable a continuar con sus malas
acciones”.
Cita la Suma Teológica de Santo Tomás, que explica que el instinto de
vengar un mal, como movimiento de repulsión hacia él, es bueno; por tanto, es
justa la vindicta que quiere reparar el orden violado por el ofensor haciendo
el mal, y enmendar al culpable. Debe precisarse que el elemento primario del
castigo es vindicativo (restaurar el orden y castigar el mal); mientras que la
secundaria es medicinal (ayudar al culpable a redimirse). En cambio, hoy el
castigo es visto sólo como una medicina y se ignora su lado aflictivo,
correctivo, restaurador o "vindicativo".
Así la venganza es el acto de redención o liberación; y el vindicador o
vengador es el que redime o libera al oprimido y castiga al injusto agresor ,
para poder luego también enmendarlo.
Conclusiones sobre la guerra.
Hablando de guerra, hay que evitar dos extremos: el error por exceso y
el error por defecto.
a) Error por exceso
El darwinismo político aplica el principio de supervivencia del más
fuerte a los pueblos. Los pueblos nacieron para luchar entre sí y hacer
prevalecer al más fuerte sobre el más débil.
Además, la filosofía política, con Maquiavelo y Nietzsche y los
adoradores de la razón de Estado, los partidarios de la teoría del superhombre
y del super/Estado o super/raza ensalzan la fuerza como único fundamento de las
relaciones entre Estados.
b) Error por defecto
La guerra siempre es ilícita. El humanitarismo, el filantropismo, la
globalización, el mundialismo, no quieren que existan divisiones nacionales
para dar a los pueblos la "paz" perpetua soñada también por Kant. Los
pacifistas siguen a estos "idealistas" y filántropos, y a los
"Cristianos por la paz", quienes, apoyándose erróneamente en algunos
pasajes del Evangelio mal interpretados, concluyen que la guerra es siempre
inmoral.
c) Coctrina Católica
En medio y cumbre entre estos dos errores la doctrina católica se eleva
entre dos barrancos.
Siempre ha considerado la guerra como un flagelo y por ello ha tratado
de hacerla lo menos inhumana posible. En la base de la concepción católica de
la guerra está el Dogma del Pecado Original que empuja al hombre a la
violencia, a los instintos brutales, al orgullo y a la voluntad de poder.
La paz es, por tanto, un bien que hay que mantener si es posible. Pero
no es un bien que deba ser conservado a toda costa con el sacrificio del
derecho y la justicia que más bien hay que defender. El uso de la fuerza y la
guerra tienen por objeto la paz, el orden de la sociedad civil, y pueden ser
utilizados contra los perturbadores. La doctrina católica es pacífica pero no
pacifista, es humana pero no humanitaria.
Esta aprobación de principios del uso de la fuerza no es contraria a
las enseñanzas del Evangelio. En efecto, "el Evangelio es un código de
vida dictado para la santificación de la persona, a quien se dirige el consejo
de la no resistencia al mal [...] Los mismos preceptos y consejos no pueden trasladarse
a la vida colectiva, sin la consiguiente impunidad de los malvados y
desintegración social".
Una objeción : guerra total o nuclear
La guerra moderna, total o mundial, que implicaría a toda la nación en
hostilidades, incluidos los inocentes, las mujeres, los ancianos y los niños,
¿hace nula la distinción entre guerra justa o defensiva e injusta u ofensiva?
Acreditados teólogos católicos replican que la guerra defensiva es
siempre un acto lícito y justo, ya que la ley permite al Estado injustamente
atacado ejercer la facultad natural de legítima defensa, rechazando la fuerza
por la fuerza ( vim vi repellere licet ).
Escribe el padre Angelo Brucculeri: «No todos consentirán ciertamente
en esa otra actitud de pensamiento, que afirma que en el presente la guerra es
siempre ilícita. El 19 de octubre de 1931, algunos teólogos llegaron a la
siguiente conclusión: “La guerra moderna no podía ser un procedimiento
legítimo. Ya que ella, por su técnica, genera tantas ruinas materiales,
espirituales, individuales, familiares, sociales, religiosas, y se convierte en
una calamidad mundial tal, que deja de ser un medio proporcionado al fin, esto
es: el establecimiento de una sociedad más orden humano y paz”. Según estos
teólogos, la guerra moderna parece siempre ilícita. ¿Qué hay que responder?
[...] Si con estas proposiciones se quiere decir que el estallido de una guerra
nunca puede ser lícito en nuestros días, no podemos aceptar una tesis así de
absoluta. En la civilización actual todavía es concebible que un Estado esté
obligado a una guerra justa, incluso si es una guerra de exterminio. Por lo
tanto, no se puede argumentar absolutamente que la guerra en nuestros días es
siempre ilícita . Podemos -aún hoy- suponer que un Estado, por ejemplo el
soviet, hace la guerra con la intención expresa de destruir los principios
jurídicos y morales de nuestra cultura cristiana; uno tiene entonces el deber
de afrontar todos los males de la guerra, que son siempre inferiores a la ruina
de la civilización cristiana. […] Ha surgido un nuevo problema sobre el uso de
armas atómicas. Algunos moralistas piensan que no se puede condenar
absolutamente el uso de la bomba atómica, ya que es un medio seguro y rápido de
destruir las fuerzas militares y económicas del enemigo y de persuadirlo de que
ponga fin al enfrentamiento armado. La muerte de tantas personas inocentes
estaría justificada por las mismas razones con las que se justificaría si se
produce por otras armas. Otros toman un camino intermedio, haciendo una
discriminación basada en las circunstancias y objetivos del ataque con bomba
atómica: una cosa sería, por ejemplo, usar esas armas contra equipos enemigos
en mar abierto, otra cosa sería usarlas contra grandes centros industriales o
habitados”.
Fin de la guerra: paz
S. Tomás afirma que
"incluso aquellos que hacen la guerra deben hacerla sólo en vistas de la
paz".
Por eso es de suma importancia, cuando se declara la guerra, que
termine como le conviene, es decir con una paz honorable , que armonice las
voluntades de los estados ya opuestos entre sí. De lo contrario, la guerra no
terminaría realmente y sólo nos prepararíamos para comenzar de nuevo (como
sucedió con la Segunda Guerra Mundial después del inequitativo pacto de
"paz" de Versalles que "terminó" con la primera).
También es peligroso e inconveniente exigir la rendición incondicional,
en lugar de tratar de pedir una rendición honorable , ya que frente a la
rendición incondicional, a menudo uno se ve obligado a resistir
incondicionalmente.
*
Parte II
La actualidad
*
Las guerras de la OTAN desde
1991 hasta hoy
La OTAN bombardeó la antigua Yugoslavia en 1991, causando cientos de
miles de muertos. En 1999, también la OTAN, participó en la guerra de Kosovo.
En 2011, la OTAN volvió a liderar una intervención militar internacional en
Libia, creando una desestabilización que aún perdura. En el mismo 2011, la OTAN
volvió a apoyar a Isis para devastar Siria, provocando más de medio millón de
muertos. En 2014, la OTAN volvió a liderar un golpe de estado en Ucrania, que
inició una guerra civil progresiva que nunca se ha detenido y que condujo a la
guerra actual (2022). En 2015, la OTAN volvió a apoyar la guerra contra Yemen
protagonizada y liderada por Arabia Saudí, con cientos de miles de víctimas.
Partiendo de Palestina (1948) llegando a Rusia (2022)
Estudiar la cuestión de Oriente Próximo y Medio -empezando por
Palestina (1948), Irak (1990/2003), la "Revolución Naranja" en
Chechenia (1990), las "Primaveras Árabes" en Egipto, Libia y Túnez
(2011) y especialmente en Siria (marzo de 2011)- se puede ver que el
"Nuevo Orden Mundial", a estas alturas (Ucrania 2022), está lanzando
el último asalto a esa porción del mundo que aún no ha sido absorbida por la
órbita atlántico-norteamericanista, que no ha conocido la revolución ilustrada
(siglo XVIII) y nihilista (siglo XX) en su más alto grado, como en Occidente y
en la Vieja Europa norteamericanizada en 1968.
Agresión ideológica contra Rusia en 2014
En enero de 2014 hubo un ataque "ideológico" de Occidente,
durante los Juegos Olímpicos de Rusia, contra Putin porque era contrario al
principio de las uniones homosexuales públicas legalizadas y a la pedofilia,
principio que prevé un curso de "sexualidad occidental".
educación" para niños de 4 años, que deben asistir a los jardines de
infancia estatales y en la que también se inician en la práctica de la la
masturbación en solitario y en compañía incluso con niños del mismo sexo de
apenas cuatro años: un curso de "depravación" que desde 2010
partiendo de Munich (en Alemania) está llegando a 53 países europeos. Putin no
se dio por vencido. Luego, en febrero de 2022 pasamos a la segunda fase: el
ataque físico y militar desde el interior, forjado por EE.UU., provocando a
Rusia, para que su eventual reacción sea vista como una agresión que permita
justificar una guerra contra ella.
2008 y 2014 la revolución "ucraniana"
Antes de la “Revolución Ucraniana” (2008) todos los antiglobalistas
tenían claro el plan neoconservador de EEUU de atacar a Siria como trampolín
para invadir Líbano e Irán y así cercar a Rusia y contener a China . Por lo
tanto, me parece que la reacción de Rusia en febrero de 2022 es una guerra
defensiva y no ofensiva.
De hecho, la Rusia de Putin por razones de supervivencia geopolítica no
podía permitir que EEUU extendiera su poder hasta sus fronteras (Irán,
Afganistán, Pakistán y más aún en Ucrania tras haber "ocupado" los
países del antiguo Pacto de Varsovia), además, por razones económicas, a China
no le gustó esta expansión atlántica en el Medio Oriente asiático y, por lo
tanto, los dos gigantes ruso y chino se alinearon junto a Siria e Irán y hasta
ahora han impedido su invasión.
Ahora bien, ya en febrero de 2014 había sucedido algo nuevo en Ucrania:
una nueva Revolución “espontánea” en las fronteras con Rusia. En ese momento,
Ucrania ya estaba pidiendo entrar en Europa, unirse a la OTAN y separarse de
Rusia.
Esta fue otra revolución globalista financiada y apoyada explícitamente
por los EE. UU. y la UE. Revolución bien pensada, bien preparada en la que
repasamos un guion ya conocido, como el que se llevó a cabo en Egipto, Túnez,
Libia y Siria: francotiradores armados en los techos disparando contra la
multitud, los medios de comunicación occidentales los acusan de ser soldados
rusos mientras se establece que son guerrilleros chechenos qaidistas-jiadistas
y mercenarios a sueldo del "Tío Sam", que regresan al asalto en
Ucrania y Crimea tras la derrota de 1990 en Chechenia.
Matteo D'Amico escribe acertadamente: "El movimiento de Putin
[febrero de 2022] no es ofensivo, es defensivo: la búsqueda de esa profundidad
estratégica que frena la tentación estadounidense de lanzar un primer ataque
nuclear contra las estructuras militares rusas" (La batalla de el oso en
@matteodamico).
De hecho, si la OTAN, después de haber tomado posesión de todos los
países del antiguo Pacto de Varsovia, hubiera entrado también en Ucrania,
habría podido llegar hasta el corazón de Rusia.
No quiero decir que Putin sea la Inmaculada Concepción, ni que los
rusos son todos totalmente buenos y los "occidentales-atlánticos"
["atlántico" es un termino usado para referirse a los miembros y
aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Nota de NP] son todos y totalmente malos, pero es
innegable que Putin defendió a su patria de una agresión injusta que ya había
comenzado con la caída del Muro de Berlín y que luego, desde Alemania Oriental,
avanzó por la Europa del Pacto de Varsovia hasta llegar a Ucrania para luego
llegar hasta Moscú.
Finalmente llegamos al titánico y global choque entre el gigante
atlántico USA-Australia-UK más la UE (esta última utilizada como base aérea pronorteamericana
para los suministros necesarios, dada la distancia entre Occidente y Oriente)
con el Euroasiático (Rusia y China).
En resumen, estamos presenciando el último acto del drama del
"Terror Infinito" (iniciado en Irak en 1991) de la globalización
mundialista, del que debe surgir el "Nuevo Orden Mundial"
sionista-estadounidense o producirse la desaparición de la primacía hegemónica
que ha desempeñado -sobre todo desde la Primera Guerra Mundial hasta ahora- en
la escena de este mundo.
¿Cómo terminará? Sólo podemos prever un muy probable conflicto
universal y nuclear que comenzó (quizá) en febrero de 2022.
Padre Curzio Nitoglia