¡Id a José! |
Dejamos a continuación una Treintena a San José que nos entregaron hace ya más de cinco años. Por experiencia propia y ajena, podemos afirmar que al Patrono de la Iglesia Universal le gusta mucho porque no ha dejado de concedernos nada de lo que le pedimos a través de ella. (Lamentablemente, desconocemos al autor de las meditaciones).
NOTA: En cada día, además de la meditación propia (en negro), repetimos las oraciones que se rezan diariamente (en azul).
Actualización (31 de marzo de 2020): Para facilitar el rezo día por día, hicimos un blog destinado sólo a la treintena, separando cada día con entradas:
https://treintenaasanjose.blogspot.com/
De todos modos, dejamos esta entrada tal cual estaba, por si a alguno le resulta más sencillo rezar por aquí.
Día Primero
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Glorioso Patriarca San José: también a ti, que eres el justo elegido entre todos los justos para ser durante muchos años el depositario de la fuente de toda riqueza como custodio del Redentor del mundo y esposo purísimo de su Madre Inmaculada, también a ti acudo humildemente. Abre para mi alma, debilitada por los vicios, los tesoros de la gracia con la misma generosidad que el prudente José de la ley antigua abrió los graneros del rey Faraón a los hambrientos egipcios.
Sé mi padre, mi protector y mi guía hasta que logre mi salvación eterna. Tú que has tenido la dicha singular de vivir y conversar con Jesús y con María, de morir entre sus brazos, y gozas con ellos las delicias del cielo, enséñame, dulcísimo protector mío, a ser manso y humilde de corazón como ellos, y como ellos y como Tú, modelo de todas las virtudes, y a no tener más voluntad que la Voluntad de Dios, para que, no amando en este mundo más que a Él solo, pueda después de una dichosa muerte gozar con Jesús, con María y contigo de las delicias inefables de la gloria.
¡Glorioso San José! Haz que sea constante en el bien; corrige mis faltas y alcánzame el perdón de mis pecados. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Segundo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Veme humildemente postrado a tus pies, custodio fidelísimo de Jesús y castísimo esposo de María Santísima. ¡Qué pobre, qué desgraciado soy! Quiero amar a Jesús y a María, y me esfuerzo en vano en hacer declaraciones de amor. Y es que mi corazón está helado, no está ardiendo en el fuego del amor divino, no tiene caridad. Acude solícito, San José, en auxilio de este miserable pecador.
Pide tú al divino Jesús, que tantas veces acariciaste en tus brazos y estrechaste contra tu amante corazón, que derrame sobre el mío el fuego de su amor, de aquel amor que hacía exhalar a los santos profundos y tiernos suspiros. Pero, ¿cómo me atrevo a pedirte esta gracia, si tampoco a ti te amo?
Infúndeme una devoción tan viva y tan tierna, para que me alcances la gracia de ser purificado de toda mancha de culpa, porque sólo así seré digno de amar a Jesús y a María y de merecer tu poderosa protección.
Glorioso protector mío San José, ofrece a tu Divino Hijo la rectitud de mis sentimientos y alcánzame el amor que humildemente te pido. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Tercero
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Qué miserable me considero, bendito Padre adoptivo de Jesús, cuando contemplo la fe sublime que te acompañó en todos los actos de tu vida admirable, y especialmente en tu dichosa muerte, y las dudas y desconfianzas que a veces me asaltan y terriblemente me persiguen! Y es que la fe es una consecuencia de la hermosa caridad que tú poseías en alto grado, y yo, por desgracia mía, no poseo. Es que la caridad es Dios, y tú vivías en Dios, y yo vivo apartado de Él.
Por eso tú, con los ojos siempre fijos en Dios y en su santa ley y en las recompensas eternas, viviste consagrado totalmente a su servicio en las santísimas personas de Jesús y de María, mientras que yo, apegado a las cosas de la tierra, vivo enteramente olvidado de mi Dios, de las sublimes misericordias de Jesús y de los sacrificios de su bendita Madre, por seguir los impulsos de mi viciada voluntad.
Alcánzame, bondadoso protector mío, la vivísima fe que te animó hasta la muerte, para que, creyendo firmemente que sólo en Dios está mi felicidad, sólo a Él ame con toda mi alma.
¡Piadoso San José! Protege y aumenta mi fe. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Cuarto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Aquí me tienes Patrono universal de la Iglesia de Jesucristo; aquí me tienes confiado, sí, en la bondad infinita de mi Redentor y en la piedad de mi cariñosa Madre la Virgen María, pero sumamente desconfiado de mi mismo. ¿Qué confianza puedo tener en mí? ¿Qué sólida esperanza de salvación puede abrigar el mísero pecador que, como yo, no tiene caridad ardiente, ni fe viva, ni paciencia, ni compasión hacia su prójimo? A ti, pues, acudo en demanda de la alegre virtud de la esperanza. De ti, que la encontraste en la divina sonrisa de Jesús, complacido de tu ardiente amor y de tu fe inquebrantable, espero conseguirla, pero que esa esperanza sea tan firme y profunda, que todos los esfuerzos de Satanás sean insuficientes para arrancarla de mi corazón. Consígueme para esto un amor intensísimo a mi adorable Redentor y una fe sin límites en su infinita misericordia, y mi esperanza será entonces firme y segura, porque no solamente se fundará en la bondad del Corazón de Jesús, sino también en mis buenas obras, a imitación tuya. En ti, glorioso Patriarca, confío y espero. No consientas que la salvadora y consoladora esperanza me falte nunca, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
Modelo de todo tipo de virtudes, San José, alcánzame la dicha de imitarte en tu esperanza. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Quinto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Bondadoso Patriarca San José: a ti, que mereciste que el Eterno Padre te revelara antes que a otro el misterio inefable de la Encarnación, haciéndote depositario de la prenda de la redención como premio de tu admirable prudencia para con María después de su milagrosa concepción, a ti me encomiendo, confuso y avergonzado de mi ligereza en formar juicios temerarios contra el prójimo. ¡Qué admirable te contemplo desechando heroicamente la duda cruel sobre la Virgen María que se levantaba en medio de tu corazón, y dejando a la sabiduría de Dios resolverla por medio de un arcángel que te colmó de inefables consuelos, y que pobre me encuentro comparado contigo!
¡Qué lección tan hermosa para mí, que, lejos de cubrir con el velo de la caridad los defectos de mis hermanos, los entrego sin compasión a la difamación pública; lejos de excusar las faltas verdaderas, hago pasar por pecado lo que quizá no existe más que en mi refinada malicia!
Alcánzame, te lo suplico, aquella admirable prudencia que presidió todos tus actos y que tanto te elevó a los ojos del Señor y tanto admira a los hombres, para que, imitándote en la práctica de tan sublime virtud, merezca en recompensa gozar contigo en el cielo de la compañía de Jesús y de María, después de haber sido el objeto de sus misericordias en la tierra.
¡Glorioso San José, alienta nuestro espíritu, has que seamos caritativos y prudentes! Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Sexto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Salve, varón de virtudes, ejemplo de perfección y de santidad, gloriosísimo José. El Santo Evangelio te llama justo, y la Iglesia te califica de santísimo, calificativo que no aplica a ninguno de los santos, dando a entender que a todos sobrepasas en santidad, haciendo tu elogio con una sola palabra, que significa el conjunto y suma de todas las perfecciones. Dichoso de ti, que has merecido tal distinción y por quien especialmente dijo Jesucristo: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Dichoso de ti, que por tu pureza de costumbres y por tu perfección de vida conviertes este penoso destierro en paraíso de delicias, viviendo en compañía de Jesús y María como si estuvieras en el cielo.
Haz piadoso protector mío, que, a imitación tuya, mi corazón se desprenda de todo lo terreno y sólo suspire por la justicia, para que, marchando siempre de virtud en virtud, consiga llegar al hermoso estado de la inocencia, que por desgracia perdí, y a la pureza de corazón, que convierten la tierra en cielo y los hombres en ángeles. Consígueme esta gracia del Divino Jesús, que todo lo puede y nada te niega.
¡Esposo castísimo de María, San José, ejemplo de toda santidad, haz que en mi corazón germinen los sentimientos de toda virtud! Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Séptimo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Con razón, Glorioso San José, modelo de fortaleza, nos dice la Sagrada Escritura que el amor es más poderoso que la muerte. Si el Varón fuerte por excelencia, Jesucristo, no lo comprobara clavando a la muerte en la misma cruz en que se quiso hacer sucumbir al Autor de la vida, tu existencia entera lo confirmaría sobradamente.
Ni la nobleza de cuna, como hijo de David; ni las privaciones de la pobreza más absoluta; ni la cruel sorpresa que te produjo el inexplicable embarazo de tu castísima Esposa; ni la sublime dignidad de depositario del primogénito del Eterno Padre y de esposo de la Madre de Dios; ni las infinitas amarguras anejas a tan alta dignidad; ni las divinas caricias del Redentor del mundo…, nada pudo turbar la tranquilidad de tu alma, fundamentada en el amor. ¡Qué lastimoso contraste el de tu admirable fortaleza y mi infantil debilidad! Compadécete de mí y no me abandones a mis pobres fuerzas. Pide a tu querido Hijo adoptivo, Jesucristo, que me conceda una fortaleza de alma capaz de resistir a los terribles enemigos que a todas las horas me combaten, para que con la corona del vencimiento consiga, con su gracia, la gloria del triunfo.
¡Benignísimo protector, San José: atiéndeme solícito, protégeme en el peligro, fortaléceme en el combate y líbrame del pecado! Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Octavo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
“Si quieres ser santo, sé humilde; si quieres ser más santo, sé más humilde, y si quieres ser muy santo, sé muy humilde”; es decir, que la santidad es proporcionada a la humildad. Según este, ¿qué profunda sería tu humildad, San José, Esposo castísimo de la Madre de Dios, para merecer el nombre de justo, o santo por excelencia, y para ser destinado por la divina Providencia para padre adoptivo del Dios de la humildad, del Dios nacido en un mísero establo, del Dios que murió en un patíbulo afrentoso? Si Dios da gracias en proporción al estado y empleo del agraciado, como dice Santo Tomás de Aquino, tu humildad debió ser casi infinita. Sólo así comprendo al hombre más grande a los ojos de Dios, ejerciendo resignado el humilde oficio de carpintero. ¡Qué hermosa, qué sublime es la humildad! Y, sin embargo, ¡necio de mí!, soy esclavo de la soberbia, y le rindo un culto infame, y huyo de la humildad, y la detesto. Infunde, humildísimo José, infunde en mi alma el espíritu de la hermosa virtud de la humildad, que tan grande te hizo aparecer ante los ojos del Señor, para fundar sobre ella el edificio de mi perfección, y así puedan tener cumplimiento en mí las palabras de Jesús: El que se humilla será ensalzado.
¡Santo Patriarca, San José, alcánzame un perfecto conocimiento de mí mismo, y fórmame para Dios, puro, casto y humilde de corazón! Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Noveno
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Qué sublime te encuentro, bendito José, sufriendo resignadamente las pruebas terribles a que te sometió el Señor en esta vida!
¡Qué heroica resignación la tuya! Cuando te veo en Belén reducido a tal extremo de pobreza que no tienes con qué cubrir la desnudez del que con tanta magnificencia viste de flores los valles y de estrellas el firmamento; cuando te veo atravesar el árido desierto en demanda del hospitalario asilo para el Señor absoluto del Universo; cuando te veo cubierto de sudor para sustentar al que alimenta con regia esplendidez al miserable insecto; cuando te veo dispuesto y resignado a abandonar este mundo dejando en él, expuestos al furor del infierno, al divino Jesús y a su bendita Madre, a quienes tanto amabas porque tanto valían y tanto te habían costado; cuando te veo tan absolutamente sometido a la voluntad de Dios, mi admiración no tiene límites, y encuentro tu resignación comparable solamente con la resignación infinita de Jesús. Bendito seas, porque de ese modo confundes mi falta de conformidad a la voluntad de Dios. Haz de mi corazón un altar en el cual inmolar con el cuchillo de la voluntad de Dios, y en honor de Jesús y de María, mi propia voluntad con todos sus gustos y apetitos, para que, viviendo aquí sacrificado por Cristo, pueda también con Él, con María y contigo, gozar de la eterna dicha en el cielo.
¡Glorioso Patriarca San José, alcánzame la mayor conformidad y resignación, la gracia de acatar, reverenciar y amar siempre los altos designios del Todopoderoso! Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Décimo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
No hay tesoro comparable con la pureza de corazón, ni joya tan preciosa como un corazón casto. Dios se complace en mirarse en un corazón casto como en un espejo clarísimo. Él mismo se imprime en él con toda su celestial hermosura, de manera que viene a convertirlo en un sol resplandeciente por los rayos divinos que lo penetran. Así se explica que Jesús amase tanto la castidad. Así se comprende su especial predilección por el Discípulo amado. Sólo a Juan consiente apoyarse cariñosamente sobre su corazón; sólo a él, después de María, habla desde la cruz; sólo a él encomienda el cuidado de su divina Madre, y sólo a él deja especialmente bajo la protección de María. ¿En qué sublime grado brillaría en ti, San José, la hermosa castidad, para merecer entre todos los hombres la distinción de ser depositario de la Pureza infinita, nuestro Señor Jesucristo, y esposo de la Virgen por excelencia?
¡Qué vergüenza, qué confusión para mí! ¡Tú, tan casto y tan puro, y yo tan impuro y tan horrible a los ojos de Dios! Cúbreme, bondadoso protector mío, con el blanquísimo manto de la pureza. Alcánzame la gracia especial de ser tu devoto, y esto será para mí la más segura garantía de tu protección y de mi felicidad eterna.
¡Esposo castísimo de María! Líbranos de toda mancha de impureza y alcánzanos la bendición que humildemente te pedimos. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Decimoprimero
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Veme aquí, pacientísimo José. Vengo a pedir por tu poderosa mediación la sublime, la admirable, la heroica virtud de la paciencia, virtud casi desconocida y generalmente despreciada hasta que Jesús la divinizó con su ejemplo, enseñándonos a practicarla resignadamente y hasta con alegría cuando es perfecta, diciéndonos que las contrariedades y tribulaciones de la vida no son casuales, sino enviadas y consentidas por Dios para nuestro ejercicio y mayor corona. Tú, que, como caritativo y humilde en sumo grado, fuiste también en sumo grado paciente y resignado, ayúdame a conseguirla por medio de la caridad y de la humildad. ¡Qué paciencia la tuya en todos los trances de la vida, y de modo especial cuando, aparentemente abandonado por Dios, fuiste despreciado, insultado y escarnecido por los hombres, y te viste obligado a buscar entre los animales un hospedaje que te negaron los hombres! ¡Y tú, tan justo, tan santo, tan amado por Dios, no tuviste una palabra de queja ni un movimiento de impaciencia! ¡Y yo, miserable pecador, me quejo amargamente cuando el Señor, para corregirme, se acuerda de mí! Alcánzame, San José, la hermosa paciencia sin la cual es imposible tener paz en la tierra y conquistar el reino de los cielos.
¡San José, hazme sufrir con paciencia, por amor a Dios, las injurias, las decepciones y los desengaños! Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Decimosegundo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Bienaventurado Patriarca San José! En ti, después de Jesús y de María, pongo toda mi confianza. Acude, bondadoso, en mi auxilio y alcánzame docilidad de corazón, sin la cual me esforzaré en vano para resistir a los enemigos de mi alma. Esclavo de mi propia voluntad, tantas veces me rebelo contra la voluntad del Señor. Dócil a mis propios deseos y apetitos, me resisto neciamente a las inspiraciones del cielo, que me llaman al cumplimiento del deber. Lejos de tener aquella docilidad de corazón que tanto resplandece en ti y que te elevó sobre todos los hombres; lejos de ponerme, como Samuel, en manos del Señor y decirle: “Habla, Señor, que tu siervo escucha; manda y serás prontamente obedecido”, cierro, como un insensato, mis oídos a la voz de Dios y a las inspiraciones de las gracia, desobedeciendo a la ley divina y a las insinuaciones de mi propia conciencia, para seguir ciegamente las máximas del demonio, las vanidades del mundo y los movimientos de la carne, que me arrastran hacia las llamas del infierno.
Compadécete de mi flaqueza, y no me abandones a mis crueles enemigos. Pide al bondadoso Jesús que me dé un corazón dócil y obediente, un corazón semejante al suyo, para que, siguiendo fielmente las inspiraciones de la gracia y triunfando de mi obstinación, me haga como tú, San José, digno de Dios y de sus eternas recompensas.
Glorioso San José, en ti tengo puesta mi confianza. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Decimotercero
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Qué diferente soy de ti, bendito Patriarca San José! Apenas advertiste el peligro, procuraste huir de él sin reparar en sacrificios, y la victoria fue la recompensa de tu prudente diligencia. Apenas supiste por el ángel que el precioso tesoro, confiado a tu cuidado, Jesús, estaba en peligro, acudiste solícito a ponerlo a salvo; mientras yo, desgraciado de mí, dormido en brazos de mi pecadora negligencia, veo mi único tesoro, que es mi alma, en manos del más infame de los usureros, envuelta entre el barro de los vicios y en el peligro de ser para siempre esclava del más cruel de los tiranos, y permanezco indiferente como si nada me importara la salvación de mi alma.
Ya sé que el problema es que no amo a Jesús, porque si amara a Jesús, amaría también a mi alma, que tanto le ha costado; pondría una diligencia exquisita en hacer su divina Voluntad, y en vez de la pereza con su tropel de vicios, me dominaría la prudente diligencia, con todas las virtudes hijas del amor.
No permitas, protector mío, San José, que me consuma la apática negligencia, que me convertirá en árbol seco, solamente digno del fuego eterno. Ayúdame a salvar el tesoro precioso de mi alma, hermosa imagen de Dios, para que vuelva a la gracia de su Creador.
¡Santo Patriarca! Haz que las mismas zozobras y amarguras de la vida enardezcan mi fe y mi esperanza. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Decimocuarto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
“El que me ama - dice Jesús - observa mis mandamientos”. Esto me enseña que la virtud de la obediencia es hija del amor, y que por lo mismo que debo a Dios amor sobre todas las cosas, también le debo obediencia en todas las cosas. Así lo comprendiste tú, obedientísimo José, y por eso lo amaste con toda tu alma y renunciaste enteramente a tu propia voluntad para hacer en todo la de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús, que se entrega a la muerte en aras del amor y de María, que se sacrifica en el altar de la obediencia, exclamando: He aquí la esclava del Señor, hágase en Mí según tu palabra. Alcánzame, piadoso protector, la gracia de amar a Dios sobre todas las cosas. ¡Qué hermosa es la obediencia! Jesús recibe por ella un nombre sobre todo nombre; María, la sublime dignidad de Madre de Dios y corredentora del mundo; y tú, la de padre adoptivo de Jesús y esposo de María. Por eso los santos sacrifican en aras del amor y de la obediencia su fecunda vida y nos animan a seguir sus pasos, diciéndonos: “Nada has dado a Dios si no le has dado tu corazón”. Yo quiero, glorioso Patriarca, San José, entregar a Jesús todo mi corazón. Consígueme la gracia de amarlo sobre todas las cosas, para obedecerle también en todas las cosas.
Bendito San José, modelo sublime de obediencia, alcánzame esta virtud, que sea el verdadero contento de mi alma, y paz y ventura en mi familia. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Decimoquinto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Humildísimo San José: a ti, que eres el modelo perfecto del hombre trabajador y sufrido; a ti, que te supiste elevar por tu humilde laboriosidad desde el pobre taller del artesano a la dignidad de la corte del Rey de reyes; a ti acudo humildemente en demanda de la sufrida laboriosidad, de esa virtud oscura, pero sublime y amada de Dios, a la que tanto me resisto, porque no sé apreciar su excelencia, porque no sé, como tú, tener mi corazón puesto en Jesús mientras cumplo con la ley del trabajo, a que todos estamos sometidos, y de la que el mismo Jesús no quiso exceptuarse. ¡Insensato! Cegado por un necio orgullo, me olvido de que para Dios no hay jerarquías y de que ante sus divinos ojos lo mismo valen las virtudes magníficas y esplendorosas de un rey que las humildes y ocultas de un pobre carpintero o de un sencillo campesino. Necio de mí, pierdo de vista que debo ganar el sustento con el sudor de mi frente, y que en mi trabajo tengo mi corona y el medio más propio para expiar mis pecados, ofreciéndoselo humildemente a Dios. ¡Cuántos años he perdido para el cielo por no haber sabido santificar mi trabajo! Alcánzame, San José, la virtud de la laboriosidad, y enséñame a elevar mi corazón a Dios, ofreciéndole todas mis obras para que mis penas y amarguras se endulcen con la esperanza de recibir la recompensa del cielo.
Esposo castísimo de María, ejemplo de sencillez y de amor al trabajo: haz que en mi corazón germinen los mismos sentimientos. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Decimosexto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Modelo perfectísimo de todas las virtudes, celosísimo San José: a ti, que durante toda la vida fuiste víctima de tu celo por la honra y gloria de Dios, sufriendo por su amor terribles tribulaciones que llenaron de amargura tu dulcísimo corazón, especialmente durante aquellos tres eternos días que estuviste separado del amabilísimo Jesús, sin consuelo ni descanso, cuando se quedó en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, hasta que lo estrechaste de nuevo contra tu atribulado corazón, a ti recurro hoy humildemente. No me abandones, y consígueme aquel santo celo que no te permitía vivir un momento apartado del dulcísimo Jesús, sin el cual no hay dicha posible sobre la tierra. No consientas que me aparte un solo momento de su divina presencia. Y si alguna vez, por mi desgracia, me aparto de Él por el pecado, incita en mi alma tal sentimiento, que no descanse un instante hasta encontrarme nuevamente decidido a no separarme más de Él aunque me cueste la vida, diciendo con la esposa de los cantares: “He hallado al que ama mi alma; lo tendré y no lo dejaré”. Haz que lo ame tanto, tanto, que mi alma esté siempre pensando en Cristo para alabarlo y bendecirlo, y hacer su Voluntad en todo, y mi cuerpo lo esté siempre visitando y acompañando en el adorable Sacramento del altar, donde está humillado por mi amor y llamándome cariñosamente para obsequiarme con sus divinas caricias.
¡Glorioso y sufrido San José! Infunde en mi pobre corazón sentimientos de caridad y santo celo por la gloria de tu amado Jesús. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Decimoséptimo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Fidelísimo San José! A ti, que eres el siervo fiel y prudente constituido por Dios sobre su familia para ser el custodio fiel del tesoro por excelencia, su divino Hijo Jesucristo; para ser el soporte, amparo y consuelo de la nueva arca de la Alianza, su bendita Madre, la Virgen Santísima, y el ejecutor de los misteriosos designios divinos sobre la tierra, a ti me encomiendo. Al mismo tiempo que admiro tu sublime dignidad y te glorifico y alabo, porque de ti se dijo en los Proverbios: El que es fiel guardián de su Señor, será glorificado, me pongo enteramente en tus manos para que, como plenipotenciario de Dios, su tesoro universal y fidelísimo administrador de las gracias celestiales, me hagas, aunque soy indigno, partícipe de las riquezas del cielo. Ya sé que no lo merezco; pero en tu poderosa protección espero conseguir todo de mi Señor Jesucristo, que nada te puede negar. Alcánzame para ello la gracia de ser, a imitación tuya, un siervo fiel y sumiso a la Voluntad de Dios, para que, guardando fielmente el sagrado tesoro de los divinos mandamientos, sea contigo alabado y glorificado por toda la eternidad, en compañía de Jesús y de María, en el cielo.
Glorioso San José, el más sublime ejemplo de fidelidad: alcánzame esta virtud para bien de mi alma. Amén
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Decimoctavo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Veme aquí, Patrono mío, San José, veme aquí humildemente postrado a tus pies. Atento al mandato del rey de los cielos, mi Padre bondadoso, y de la santa Iglesia Católica, apostólica, romana, mi amorosa Madre, que me dicen: “Ve a José y haz lo que él te mande”, vengo a ponerme bajo tu poderoso patrocinio, y a que me des el pan de la gracia, que tanto necesito, porque los siete pecados capitales, con quienes he vivido, me han reducido a la miseria más lastimosa. En ti confío, como Patrono universal que eres del pueblo cristiano y administrador fiel de los tesoros celestiales. Sacia, bondadoso, el hambre de virtudes que me consume, y no consientas que desfallezca entre los asquerosos ídolos de los vicios que me rodean. Líbrame del peligroso Egipto en que vivo esclavizado. Usa conmigo con generosidad del infinito tesoro de gracias que el rey de los cielos ha puesto en tus manos, y de los inagotables merecimientos de nuestro Señor Jesucristo y de sus santos para sacarme, primero, del estado lastimoso de miseria en que me encuentro por mi culpa, y para hacerme, después, digno de las eternas recompensas. Ora por mí, bendito Patrono de la Iglesia, y no me abandones.
¡Santo Protector! Hazme fuerte ante las contrariedades de esta vida, y condúceme por la senda de la virtud para glorificar al Señor. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Decimonoveno
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Qué dichoso, glorioso Patriarca San José, que dichoso te contemplo gozando en esta vida de la presencia de Jesús y María, y enteramente desapegado de las pompas, vanidades y miserias del mundo, que, lejos de satisfacer las aspiraciones del alma y los deseos del corazón, despiertan en ellos una sed cada vez más rabiosa! ¡Qué paz tan hermosa la tuya, en compañía de Jesús y María, término de toda aspiración y objeto de toda felicidad! ¡Qué dicha, qué paz la tuya!
En cambio, ¡qué desgraciado soy yo! Engolfado en los negocios del mundo, que no puede dar una paz que no tiene, olvidado de Jesús, Príncipe de la paz, no gozo ni un solo momento de esa hermosa paz, hija del amor y fruto fecundo del Espíritu Santo, que convierte los hombres en ángeles y el mundo en paraíso. Haz, piadoso protector mío, que me desapegue de todo lo terreno y que sólo suspire por Jesús y por María, hasta conseguir que ellos sean el único objeto de mi pensamiento y de mis deseos, y entonces la paz celestial, que anhelo, reinará en mi alma, acompañada de todas las virtudes, que harán de ella su perpetua habitación, y la ornarán preciosa y aceptable a los ojos del Señor y digna de la bienaventuranza eterna, en la que consiste la felicidad suprema.
Glorioso Patriarca San José: intercede para que mi alma se aparte del vicio y de la ostentación y se encienda más vivamente en el amor de Dios. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigésimo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Si quieres ser perfecto, me dice con la palabra y con el ejemplo mi divino Maestro Jesús, despójate de cuanto posees y ven y sígueme por el camino de la pobreza voluntaria, de la pureza de corazón y del sacrificio de tu propia voluntad. Consejo sublime, como dado y practicado por la sabiduría infinita, pero que yo no he conseguido nunca, porque no he tenido valor para resistir a los ejemplos del mundo, y a las tentaciones del demonio y al imperio de mi propia voluntad.
He aquí, glorioso Patriarca José, mi generoso protector, la causa de todas mis desgracias, cuyo remedio vengo a pedir hoy, porque quiero, como tú, seguir a mi amado Jesús por el único camino que conduce al cielo. No me desampares, antes bien, consígueme del que todo lo dio por mí, hasta su preciosa vida, que de tal manera lo ame a Él solo, que renuncie por completo a todo lo terreno, especialmente a mi propia voluntad, mi mayor enemigo, de manera que, no poseyendo nada en este mundo, adquiera el derecho al reino de los cielos, prometido en las bienaventuranzas a los que todo lo desprecian por Dios. Hazme comprender que todo lo posee el que tiene a Jesús, y que nada valen sin su gracia todos los tesoros del mundo; que debo ser pobre en la tierra para ser rico en el cielo.
Patriarca San José, alcánzame la total resignación, humildad y pobreza, con la gracia de reverenciar siempre los designios del Todopoderoso. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimoprimero
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Qué verdad es, prudentísimo San José, que el que ama el peligro perecerá en él, y que un abismo conduce a otro abismo! Por no tener presentes estas divinas máximas y vivir confiado en mis propias fuerzas, como si el hombre pudiera por sí y sin el auxilio de la gracia elevarse desde el mundo de lo limitado al mundo de lo infinito, me he precipitado más de una vez en el abismo de la culpa, y en vez de levantarme escarmentado y corregido, me he hundido más y más en el lodo del vicio. ¡De qué diferente manera obraste tú durante tu santa vida! Obediente a las inspiraciones de la gracia y desconfiado de las propias fuerzas, te alejaste inmediatamente del peligro sin reparar en sacrificios, trasladando desde Belén a Egipto al precioso tesoro que se te había confiado, sin que te arredrasen los peligros del desierto, y sin reparar en que allí los encontrarías mayores, y quizá, Dios, en recompensa, te libra de todos. Alcánzame del divino Jesús la gracia de huir inmediatamente de los enemigos de mi alma, que quieren perderlas para siempre, y en premio de mi fortaleza me concederá también el don de la perseverancia hasta la muerte, con lo que lograré salir del corrompido Egipto de este mundo, puro de toda mancha de pecado, para gozar con Él, con María y contigo de las delicias eternas en el cielo.
Gloriosísimo Patriarca, comunícame tu prudencia y obtenme el perdón de las ofensas. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimosegundo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Una de las causas, quizá la principal, de mis continuas caídas en el pecado, es, glorioso Patriarca San José, mi indiferencia culpable por todo lo que se refiere al servicio de Dios y a la salvación de mi alma, mi falta de asistencia al santo templo, mi escasa o ninguna devoción, cuyo remedio vengo a pedir hoy a mi Señor Jesucristo por tu poderosa mediación. No me niegues esta gracia tú, que fuiste modelo perfecto de devoción; tú, que te apresuraste a correr al templo, en cumplimiento de la ley, a presentar y ofrecer al Eterno Padre el precio de la redención del mundo, el divino Jesús. ¡Qué ejemplo tan elocuente de sumisa devoción! Pide San José, te lo suplico humildemente, pide al amantísimo Jesús que encienda en mi alma la llama de la devoción que consumía la tuya; y que así como a ti te declaró sus inefables misterios por medio del anciano Simeón y de la profetisa Ana, causándote a la vez un dolor profundísimo por la Pasión de Jesucristo y una alegría inefable por la redención del mundo, hiera mi corazón con el dolor de haberlo ofendido y con la alegre esperanza del perdón. Consígueme la gracia de estar de día y de noche en el templo postrado a los pies de Jesucristo, llorando amargamente mi ingratitud y alabando y publicando su infinita misericordia.
¡Gloriosísimo San José! Infunde en mi corazón sentimientos de piedad y devoción. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimotercero
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Es doctrina común de los maestros de la vida espiritual, que no hay verdadera virtud sin mortificación y sin negar la propia voluntad.
¡Desgraciado de mí! ¿Y pretendo yo ser virtuoso, y aun perfecto, sin mortificar mi carne, que es un animal que no anhela más que revolcarse en el lodo de la sensualidad, y sin contrariar en lo más mínimo mi voluntad enteramente opuesta a la voluntad de Dios? Compadécete de mí, bondadoso Patriarca San José, y alcánzame de Jesús el espíritu de la mortificación, en la cual debo ser purificado como el oro en el fuego para hacerme digno de Él.
¡Cristo, obediente y mortificado hasta enclavar en la cruz su voluntad y su carne santísima, y yo tan amigo de los placeres!... ¿Y no me avergüenzo de llevar el nombre de cristiano, un nombre tan santo que es en mí un cruel sarcasmo? Por piedad, protector mío San José, no permitas que me separe de Jesús, en cuya presencia estoy, sin que me conceda el espíritu de mortificación, indispensable para marchar sin tropiezos por el camino de la virtud, el único que conduce a la perfección a que aspiro llegar con tu poderoso patrocinio.
¡San José! Haz germinar en mi corazón los sentimientos de la hermosa virtud de la mortificación. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimocuarto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Bendito seas, gloriosos Patriarca San José, bendito seas. En ti encuentro remedio eficaz para todos mis males, viéndote practicar sin dificultad todas las virtudes y evitar valerosamente todos los escollos en que yo tan fácilmente tropiezo. Bendito seas, porque en cada acto de tu vida me das un motivo para avergonzarme de mi mismo. Yo para todo lo bueno encuentro pretextos, que bien pronto convierto en obstáculos invencibles, mientras que encuentro disculpable y hasta lícito todo lo malo por no privarme del más pequeño gusto. Tú, por el contrario, siempre estás dispuesto a practicar el bien, y nunca jamás te vence el error. ¿En qué consiste esto? ¡Ya lo sé! Es que tú no tienes más voluntad que la Voluntad de Dios, con quien estás por el amor enteramente identificado, y Dios no puede consentir que seas víctima del error. Es que yo he divinizado mi propia voluntad declarándome su esclavo, y como es ciega, me precipito con ella en el abismo de todos los males. Detiene, por piedad, mis pasos, gloriosísimo Patrono, y sálvame, alcanzándome la gracia de renunciar por completo a mi voluntad, conformándome totalmente con la de Dios, sin la cual será inútiles todos mis esfuerzos y segura mi perdición.
Alcánzame, amantísimo San José, que viva resignado en íntima amistad y conformidad con la Voluntad de Dios. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimoquinto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Santa Teresa de Jesús, devotísima del esposo de María Santísima, dice que nada le negó Jesús por intercesión del Patriarca San José, y aconseja a sus hijas una devoción sin límites a María y a José, llegando en su piadosa confianza a considerar como predestinados a los devotos de José y de María, que no pueden consentir que se pierdan eternamente los que en ellos confían. ¡Bendito Patriarca San José! Y yo, que sé todo, ¿vivo olvidado de ti y de María? ¿Y dejo pasar el tiempo, y espero la muerte, y con ella mi perdición eterna, sin volver mi corazón a ti y a María para que interceda por mí, consiguiéndome el perdón de Jesús? No lo consientas por más tiempo.
Haz que mi corazón se aficione a María y a ti, San José, de tal manera, que sólo ame a Jesús como tú y María. Así me haré digno de tu cariño y de tu poderosa protección, cuando por el pecado tenga la desgracia de ofender a tu Hijo Santísimo. Concédeme, Patriarca San José, la gracia de ser devoto de María y de ti, y viviré seguro de que no me faltará tu valimiento, ni durante la vida ni en la hora de la muerte.
¡Santo amado! Protegedme. ¡Piadosa, dulce Virgen María! Hazme devoto de ti y de tu castísimo esposo. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimosexto
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Decía el apóstol San Pablo, cuando empezó a conocer el tesoro de la verdad, de gracia y de gloria que se encierra en Jesús, que no quería saber otra cosa que a Jesús, y a Jesús crucificado, y rogaba al Señor que se hiciese conocer por todos los cristianos para que no amasen más que a Él y en Él sólo viviesen por la caridad, convencidos de que, conociendo a Jesús, no amarían, como Él, más que a Jesús. ¡Bendito Patriarca San José!, qué lejos estoy yo de abrigar los sublimes deseos del apóstol, deseos comunes a todos los patriarcas y profetas, que no pensaban en otra cosa, exclamando: ¡Lloved, cielos, al Justo; ábrase la tierra y aparezca el Salvador! Y es que aunque está muy cerca de mí y me llama cariñosamente, y me brinda con su cariño, no lo veo ni lo amo. Despierta, piadoso protector mío, en mi corazón un deseo vehementísimo de conocer a Jesús, para que venga a mi alma y la inunde de gracia y despierte en ella un amor tan intenso, que nunca pueda vivir sin Jesús. ¡Qué dichoso sería yo si, como tú, tuviera siempre a Jesús en mi compañía y escuchara sus divinas inspiraciones y gozara de sus celestiales caricias! Haz que conozca a Jesús para que siempre lo ame y nunca jamás me separe de Él.
Haz, ¡Bendito San José!, que mi alma se deleite en el amor de Dios y en el deseo de conocerlo. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimoséptimo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
A ti acudo humildemente, piadosísimo San José; a ti acudo yo, miserable pecador. No me desampares; antes bien, recíbeme bajo tu poderosa protección. Puesto que Dios, como dice Santa Teresa de Jesús, te nombró su ministro y tesorero universal para alivio y consuelo de todas las almas, sean cuales fueren sus necesidades, de ti espero confiado el remedio de todas las mías, que son muchas y muy graves. Recíbeme y consuélame con la bondad y compasión con que el José de la ley antigua recibió y consoló a sus desgraciados hermanos, hambrientos y desvalidos en tierra extraña. Yo también, como ellos, llevo sobre mi cabeza la maldición de mi Padre Celestial, porque, como ellos, he vendido y entregado a la muerte a su Hijo muy amado Jesús, no por treinta monedas, sino por un mísero placer. Sé mi padre y protector, como aquél José lo fue de sus desgraciados hermanos, y sacia el hambre de gracia que me consume por haberme separado de mi Dios por el pecado. Alivia mis necesidades con los tesoros puestos en tus manos por el Rey de la gloria, para que vuelva a su compañía esta su hija querida, mi alma, hecha esclava del demonio por el pecado. Tú, que eres el consuelo de los pecadores, consuela a éste que se pone humildemente bajo tu protección.
¡San José! Ilumíname en las tinieblas de este mundo, dirige mis pasos y apártame de la perdición. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimoctavo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Cuanto más te contemplo, glorioso Patriarca San José, más te admiro, y más motivos encuentro para alabar y bendecir a Dios, que premia a cada uno según sus méritos. ¡Con qué fidelidad respondes al sublime destino que Dios te ha marcado, y con qué generosidad premia Dios tu fidelidad! Dios te hace padre adoptivo de su Hijo Santísimo y esposo de su bendita Madre, y como tal, Patriarca del pueblo cristiano y Patrono de su Iglesia Santa, y tu correspondes, como siervo fiel y prudente consagrándote por completo al cumplimiento de tan alta misión, sin reparar en sacrificios mereciendo en recompensa la gloria eterna que gozas en el cielo y las bendiciones y alabanzas que sin cesar te prodigan los hombres. ¡Cómo me confunde y avergüenza tu sublime conducta! Yo también he recibido de Dios una misión grandísima: la de conservar pura y hermosa mi alma, para entregársela cuando me lo exija sin mancha de pecado y digna de Él. Pero, ¿cómo la desempeño? ¡Desgraciado! Olvidado enteramente de mi deber, sólo vivo para este cuerpo miserable que ha de ser pasto de los gusanos, y dejo mi alma en manos de su enemigo más cruel, que la degrada y envilece, convirtiéndola de hija hermosa del Rey de reyes, en esclava vil del peor de los tiranos. Protector mío, hazme conocer mi sublime destino, para que siendo, como tú, un siervo fiel, merezca también, como tú, oír aquellas consoladoras palabras del gran Padre de las familias: “Levántate, siervo bueno y fiel: entra en el gozo de tu Señor”.
¡Fidelísimo San José! Hazme conocer la voluntad de Dios y que sea fiel a ella. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Vigesimonoveno
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Ya sé, bendito Patriarca San José, que mi primer deber es conocer a Dios para servirlo con todas mis fuerzas y amarlo sobre todas las cosas, y conseguir, amándolo y sirviéndolo, el fin para el que he sido creado, o sea, poseerlo y gozarlo eternamente; pero como hay muchos caminos para subir al cielo, tantos como mansiones hay en el cielo, ¿cuál es el que Dios quiere que yo siga para tomarlo y hacer en todo su divina voluntad? Tú, que mereciste que el Señor, por medio de un ángel, te declarase sus altos designios, y los obedeciste ciegamente mereciendo con este acto de filial sumisión ser encumbrado sobre todas las creaturas, exceptuada solamente tu divina Esposa, alcánzame la gracia de conocer claramente mi destino sobre la tierra, para cumplirlo. Hazme conocer mi vocación, y, una vez conocida, consígueme las gracias necesarias para arrollar varonilmente todos los obstáculos que el demonio me ponga por delante, diciendo con el glorioso San Luis Gonzaga: “¿Qué tiene que ver esto con la eternidad? ¿Qué tiene que ver esto con mi vocación?”. Protege, piadoso Patriarca, a este tu humilde hijo que confía en ti, y no consientas que emprenda un falso camino que lo conduzca a la perdición eterna.
¡Glorioso Patriarca San José! Hazme conocer mi vocación y dame la gracia de corresponder a ella. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
⚜⚜⚜
Día Trigésimo
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
Gloriosísimo Patriarca San José: Tú, que tuviste la dicha singular de andar toda la vida por los caminos del Señor y jamás te separaste de ellos, recibiendo como recompensa la gracia de morir la muerte del justo entre las tiernas caricias de Jesús y de María - ¡Qué dicha tan sublime! - alcánzame la gracia de marchar siempre por el camino de los Mandamientos y de no separarme nunca de él, para que, así como a ti te dijo el Señor cuando quiso poner fin a tu destierro: Levántate y vuelve a la tierra de Israel, también a mí me diga Jesucristo al fin de mi vida: Levántate, bendito de mi Padre, y ven conmigo a tomar posesión del reino que te tengo preparado desde el principio del mundo. Haz que, así como tu dejaste sin sufrimiento la tierra extraña de Egipto, porque tu corazón no latía más que para Jesús y María, porque ellos constituían tu único tesoro, que tampoco sienta yo abandonar este mundo por tener puesto mi corazón en el cielo, donde están Jesús y María, únicos objetos de mi amor. No me abandones hasta conseguir unirme con ellos y contigo.
¡Santo amado, sé nuestro consuelo, e inspíranos obras dignas de merecer la gloria eterna! Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Día Trigesimoprimero
Oración Inicial (Papa León XIII)
U: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
T: Amén
U: A Ti bienaventurado José
T: recurrimos en nuestra tribulación, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Por la caridad que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal con que abrazaste al Niño Jesús, te suplicamos que mires con ojos benignos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre y que nos socorras con tu poder en nuestras necesidades.
Protege, providente custodio de la Divina Familia a la descendencia elegida de Jesucristo; presérvanos, Padre amadísimo, de todo contagio de error y corrupción.
Poderosísimo libertador nuestro, muéstratenos propicio y asístenos desde el cielo en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otro tiempo libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenidos con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Meditación del día
¡Glorioso Patriarca San José! Grande fue tu misión en la tierra, crueles las tribulaciones que llenaron de amargura tu corazón y terribles las pruebas a que te sometió el Señor durante tu vida santísima; pero no fue menos grande el heroísmo con que luchaste hasta el fin, ni menos dulces los consuelos con que te regaló el Señor, ni menos gloriosa y magnífica la corona de tu triunfo. ¡Qué muerte tan preciosa la tuya! La tierra te despide colmándote de bendiciones, los cielos te reciben con júbilo, los ángeles entonan en tu alabanza himnos de celestial armonía, Jesús y María te abrazan cariñosamente, y el Padre eterno te ciñe la diadema de la eternidad. Con razón dice la Sagrada escritura que la muerte de los santos es preciosa a los ojos del Señor.
Pide, bendito protector mío, pide a Jesús que me conceda una muerte tan dichosa como la tuya. Dile que hable a mi corazón, infundiéndole un amor ardiente, una esperanza inquebrantable y una fe sin límites, para que, amándolo sobre todas las cosas y confiando sin vacilaciones en sus divinas promesas, logre, como tú, una dichosa muerte, principio de una felicidad sin límites. ¡Qué feliz sería yo si muriese, a imitación tuya, entre los brazos de Jesús y de María!
¡Santo protector! Que merezca, por tu intercesión, una dichosa y santa muerte. Amén.
Luego de una breve reflexión, se reza lo siguiente:
Oración final para cada día
U: Glorioso Patriarca San José,
T: cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en nuestra ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan serias y difíciles que te encomendamos, a fin de que tengan una feliz solución.
(Hacer la petición)
U: Nuestro bien amado Padre,
T: toda nuestra confianza está puesta en ti. Que no se diga que te hemos invocado en vano. Y puesto que tú puedes todo ante Jesús y María, muéstranos que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Jaculatorias finales
U: Jesús, José y María
T: Os doy el corazón y el alma mía.
U: Jesús, José y María
T: Asistidme en mi última agonía.
U: Jesús, José y María
T: Expire en paz con vosotros el alma mía.
U: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T: Amén.
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Lamentablemente, no sé cómo colocar links arriba (para poder ir a cada día en forma más rápida). Si alguno sabe y me explica, le agradezco.
ResponderBorrarAlfonso