viernes, 2 de noviembre de 2018

Santo Tomás Moro a los Obispos



Al negarse a asistir a la coronación de Ana Bolena, Moro complementó su negativa con el siguiente relato:

Un emperador romano, que tenía gran admiración por la virginidad, dictó un decreto por el cual los delitos que se regulaban con la pena capital no serían aplicables a las vírgenes. Pero al tiempo, cuando una virgen cometió uno de estos delitos, el emperador se vio ante una disyuntiva. No castigarla produciría inseguridad jurídica y castigarla significaba contradecirse. El caso se trató en el Senado. Luego de varios dimes y diretes, sin arribar a conclusión alguna, algún patricio arriesgó: "¿Para qué armar tanto alboroto por tan poca cosa? ¡Qué la desfloren primero y luego que sea devorada! (por las fieras)".

"Lo mismo opino yo - concluyó Moro-. Aunque Sus Señorías (los obispos) se han mantenido hasta el presente con integridad en el asunto del matrimonio del Rey, deben prestar atención para seguir manteniendo la virginidad. Ahora, solicitan su presencia en la coronación; otro día, que prediquen en favor del nuevo matrimonio y, más adelante, que escriban libros en su defensa; y así terminarán siendo desflorados y, después de haber sido desflorados, serán devorados. Por mi parte no está en mí evitar que me devoren; pero, con la gracia de Dios, procuraré que nunca me desfloren..."

("Sir Tomás Moro. Lord Canciller de Inglaterra", Andrés Vazquez de Prada, Editorial RIALP).






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